El penúltimo capítulo

OLYMPUS DIGITAL CAMERAJorge Castañeda Pastor. Responsable de Movilización Social de ONGAWA.

De los libros siempre me ha fascinado el capítulo de agradecimientos, especialmente en aquellos casos en los que el autor profundiza un poco y va más allá de su editorial y su familia. Te das cuenta de cuánta gente es necesaria para hacer algo tan pequeño.

Poniéndonos “poéticos” podríamos ver nuestras campañas y acciones de movilización social como diferentes capítulos de una historia en la que nos movemos para llegar a un final que conocemos de antemano: un mundo mejor, en el que no exista la pobreza.

El penúltimo capítulo de esta historia ha sido la campaña We Love Saneamiento. Ayer lo terminábamos con la satisfacción de haber conseguido sobrepasar con creces el objetivo de construir una montaña de 2.500 rollos, uno por cada millón de habitantes que no tiene acceso a saneamiento básico. Os dejo la prueba gráfica:

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Aunque el objetivo que nos marcamos era importante, como dice nuestra estrategia de movilización social “el proceso es tan importante como el resultado final”. El de We Love Saneamiento ha sido un proceso largo que comenzó en septiembre y que ha requerido de la participación de mucha gente a la que me gustaría, como si de un capítulo de esa historia que os comentaba se tratara, agradecer su colaboración.

El primer, principal y especial agradecimiento es a mi equipo, al equipo de movilización social de ONGAWA. Sin ellos esta campaña ni siquiera habría empezado. Gracias compañeros por tantas tardes de imaginación, lluvias de ideas, organización y producción de materiales, complementos y demás artefactos necesarios para ésta y demás acciones que llevamos a cabo juntos.

Gracias también a mis compañeros del Área de Base Social y Ciudadanía, por el trabajo conjunto día a día; a los autores de los post del blog, que nos han informado durante 21 días de qué es esto del saneamiento, cuáles son las causas y consecuencias del problema y qué podemos hacer para solucionarlo; al resto de compañeros y compañeras de ONGAWA, personal contratado y voluntario, por colaborar en todo el proceso, desde cargar un coche hasta los topes de rollos, hasta hacer fotos, compartir ideas y, por supuesto, venir a acompañarnos en la acción de ayer; a mis compañeros de la Sede de Castilla – La Mancha, por su implicación extra en esta campaña; a los grupos de estudiantes y profesores, trabajadores y entidades que durante tres semanas han ido recogiendo uno a uno rollos, hasta llegar a los varios miles que formaron la montaña de ayer; a los que nos han apoyado en la difusión de la campaña en redes sociales que han hecho posible que nuestro mensaje haya llegado mucho más allá de lo que podríamos haber pensado; a todos los que habéis puesto en marcha una o algunas de las propuestas de participación que hemos lanzado a diario; a todos aquéllos que ayer llevaron sus rollos para hacer aún más grande nuestra montaña; en definitiva a todas aquellas personas que de una manera u otra nos habéis echado una mano para que esta campaña haya sido un éxito. En el apartado de entidades, todo esto no habría sido posible sin la financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y sin La Casa Encendida que nos cedió el espacio para la acción de cierre de ayer.

Como veis, muchas personas y entidades han hecho posible este capítulo, el penúltimo de la historia. Como decíamos al principio, el 19 de noviembre, el saneamiento no es un rollo de un día, sabemos que no vamos a solucionar el problema mañana, que nuestra campaña es sólo un granito de arena, pero también estamos seguros de que avanzamos y de que con la implicación de la ciudadanía a lo largo del tiempo conseguiremos que este derecho y el resto de derechos humanos sean una realidad en todo el mundo.

En ONGAWA vamos a seguir trabajando en ello, seguimos en movimiento. Nos gustaría contar con vosotros y vosotras, así que esperamos volver a veros en el próximo capítulo. Quizá, si tenemos suerte, será el último. Si no lo es, estaremos preparados para escribir cuantos sean necesarios para llegar a ese final que deseamos.

Gracias de nuevo a todas y todos.

Para muestra un botón: Saneamiento, el botón de las desigualdades

Sonia Wheelock Díaz. Coordinadora de Proyecto Derecho Humano al Agua de ONGAWA en Nicaragua.

En Nicaragua como en muchos otros países “con aspiraciones de desarrollo”, reinan las desigualdades, las diferencias más obvias son entre las condiciones del área urbana y rural, pero no son las únicas, por ejemplo, yo vivo en Managua, la capital y siempre he tenido acceso a un inodoro o váter en mi casa, escuela y centro de trabajo. Pero a pocos metros de mi casa hay muchas personas que no han tenido ni remotamente esta comodidad en sus vidas.

DSC00258Durante mi experiencia de trabajo en las áreas rurales de este mi hermoso país, me he visto muchas veces en la necesidad de defecar al aire libre o utilizar una letrina, que era hasta hace muy pocos años la única opción de saneamiento que se construye en las áreas rurales del país.  Para los que no las conocen, las letrinas tradicionales son hoyos cavados en la tierra a los que se les coloca una “taza” de concreto sobre una plancha del mismo material, las letrinas se colocan bastante alejadas de las casas porque generan un olor pestilente y suelen atraer moscas, cucarachas, zancudos y otros vectores, todo esto dentro de una caseta hecha de madera y láminas de zinc horriblemente caliente.

Habrá gente que lo hace diferente, pero al menos yo para utilizar una letrina sigo el siguiente procedimiento: 1. Remangarse los pantalones porque el suelo normalmente está sucio 2. Aguantar la respiración lo más posible, si uno va a tardarse mucho, procurar respirar por la boca porque el olor es inaguantable 3. Agacharse (no sentarse) abriendo las piernas y sostener los pantalones con las manos para que no caigan al piso y además por balance y de esta manera intentar orinar o defecar según sea el caso y tratar de hacerlo lo más rápido posible. 4. Después limpiarse y buscar un lugar donde lavarse las manos o tener a mano un desinfectante.

Imagen2Recuerdo que recién salida de la universidad en una comunidad rural aguanté defecar por una semana completa, porque simplemente en las condiciones de la letrina ¡no me salía! Si iba solo a orinar prefería hacerlo al aire libre, para lo cual también era una horrible complicación buscar un lugar donde hacerlo, y créanme, mirando cada 5 segundos para todos lados, ¡simplemente no se puede cagar!

Cuando llegaba a casa y por fin podía “hacer” con tranquilidad, no dejaba de pensar que para mí esa situación tenía un fin…Se acababa después de máximo un par de semanas…Pero para las personas de las comunidades es lo que viven día a día, varias veces al día. 

No es raro escuchar por ejemplo que un niño se cayó en una letrina (recuerdan que les dije que era un hoyo) o que un pervertido aprovecha los momentos en que las mujeres y niños y niñas salen a defecar al aire libre. El miedo es una constante…

En ONGAWA hace tiempo trabajamos para la búsqueda de opciones de saneamiento más digno para las familias rurales y en esto no estamos solos. En una alianza en el marco del Grupo Impulsor del Saneamiento Integral GISI trabajamos en conjunto con el Programa de Agua y Saneamiento del Banco Mundial, el Programa AGUASAN de la Cooperación Suiza para el Desarrollo, UNICEF, instituciones del gobierno (Fondo de Inversión Social de Emergencia FISE y el Instituto Nacional de Acueductos y Alcantarillados INAA) y CIPRES, una ONG local.

A través de esta alianza intentamos promover soluciones diferentes a la letrina como inodoros o tazas rurales de bajo consumo de agua y que incluyen una taza de porcelana muy similar a las de la “ciudad”, estos tienen la ventaja de que no emiten malos olores y se pueden ubicar dentro o inmediatamente a las casas. La intención es que estas opciones sean retomadas dentro de los programas del gobierno y otras ONGs trabajando en saneamiento rural.

La tarea es ardua porque implica convencer a una gran cantidad de actores de la necesidad de invertir más en los proyectos de saneamiento, porque estas soluciones son inicialmente más caras, pero en general son mucho más sostenibles, ya que otra de las desventajas de las letrinas tradicionales (como si necesitarán más) es que debe construirse una nueva cada cuatro años, y a veces hasta cada dos años.

Se requiere también de convencer a las familias usuarias rurales y urbanas, ya que por usos y costumbres (y porque las decisiones suelen tomarlas los hombres) el saneamiento no suele ser una prioridad de inversión familiar.

En la búsqueda de estas soluciones hemos tenido pasos para adelante y pasos para atrás, evaluando alguna tecnología prometedora, nos damos cuenta que no funcionaba tan bien, pero no nos detenemos y seguimos buscando como llevar a las familias, independientemente de donde vivan o de donde hayan nacido, en el campo, en la ciudad, o en la periferia, un saneamiento digno, que pueda ser utilizado por todos y todas, para ser un poco más iguales o menos desiguales…

Una trabajadora del alcantarillado

IMG_0005Araceli Lozano Pulido. Voluntaria del Área Sectorial de Agua de ONGAWA.

Estas líneas las escribo como trabajadora en una parte de la gestión del agua que todavía no es muy reconocida, el alcantarillado, pero con mis experiencias laborales diarias aquí y la amplitud de visión que me aporta la cooperación y ONGAWA, me permite el reconocimiento.

Cuando dices que trabajas en saneamiento y explicas tu trabajo, cuanto menos extraña, muchas veces aparte de curiosidad genera repelo. Mi trabajo es que el alcantarillado funcione perfectamente en la ciudad…. lo que me permite entrar en contacto con personas que sufren problemas de este tipo, en las que en muchas ocasiones me dicen que no pueden mantenerse en esas condiciones hasta que los problemas se solucionen, que no es digno, y tienen razón, no lo es.

Muchísimas veces me planteo que pasaría en nuestras vidas, ciudades o pueblos si no tuviésemos este servicio o este funcionara ineficientemente: lo que para muchos es un lujo, para nosotros es obvio, y para mí un trabajo. Si de ser una necesidad privada e íntima en un espacio especialmente preparado para ello, hubiese que recurrir a otros medios: hoyos anegados llenos de insectos, espacios abiertos con la necesidad de abandonar nuestra casa u oficina, recurrir incluso a la oscuridad de la noche que me permita privacidad para poder hacer esta limpieza interna de esas nuestras bombas biológicas…  el tiempo y recursos que tendríamos que invertir en ello.

Os aclaro que la definición de bombas biológicas es por un dato, el que me hizo reflexionar aún más: cada gramo de heces contiene de diez millones de virus,  un millón de bacterias,  mil quistes de parásitos y  cien huevos de lombriz….

En esos momentos me acuerdo de la realidad de la mitad de las personas que viven en nuestro planeta sin acceso a un saneamiento sano, que no les enferme al evitar el contacto directo con las heces…. Es una realidad con infinidad de consecuencias no solo a escala individual, a nuestra dignidad personal, sino también social, podría ser mundial. De nuevo recurro a la proyección de nuestra vida diaria sin estos elementos.

El agua que utilizamos imprescindible para la vida diaria es el medio que utilizamos para disolver o arrastrar nuestros desechos, trasladando problemas a radios mayores y afectando incluso a poblaciones alejadas a cientos de kilómetros: somos tan irresponsables que el 90% de los vertidos realizados a nuestros ríos no se tratan y como consecuencia son muchas las personas que enferman e incluso mueren al beber agua o al lavarse… El  saneamiento no solo aleja o esconde esa deposición tan molesta físicamente y que enferma, sino que incluye su tratamiento para que no contamine ríos y acuíferos (conocida como depuración) y el agua pueda seguir su curso dando vida, no muerte, completando su ciclo.

Nuestra vida es todo lo que nos rodea: nuestra salud, nuestras posibilidades en educación, sanidad, las personas que nos rodean, la naturaleza que nos da cobijo…  cuidamos nuestro entorno por nosotros e indirectamente por los demás, lo pensamos cada vez que vemos una caca de perro por la calle que tanto nos indigna…. ¿Dónde viviríamos? ¿Donde podríamos ir a disfrutar, descansar, pasear? Hacer nuestra vida digna, mantener nuestra salud física y mental si lo que nos rodea es apestoso, miserable…. Con sed pero con miedo a tomar agua. 

Y pensar que, conforme la OMS,  también sabemos que la provisión de servicios mejorados de saneamiento y agua potable podría reducir la incidencia de las enfermedades diarreicas en casi el 90%, enfermedades que afectan ¡¡a 4.000 millones de personas al año!! Y que cada dólar (USD) invertido puede valorarse en nueve dólares de beneficio, no solo humano, sino económico que parece que tanto preocupa a los Estados. No solo es moralmente inaceptable  sino que tendría que estar prohibido.

Y pensar que empecé a trabajar sin conocer ni apreciar este ámbito de la gestión del agua, pero que ahora me permito decir: I LOVE SANEAMIENTO.

Para apreciar las cosas tenemos que conocerlas. Todos tendríamos que amar el saneamiento por que nos permite ser lo que somos e invertir el tiempo en mejorar nuestras posibilidades y en vivir donde vivimos. Abramos los ojos, hablemos de ello, que todo el mundo lo conozca y aprecie para así poder exigirlo con más fuerza. WE ARE SANEAMIENTO, WE LOVE SANEAMIENTO.

De Orcasitas a La Casa Encendida

noviembre 2012 015Itziar Rosado Morón. Responsable del Área de Base Social y Ciudadanía de ONGAWA.

Cuando Félix López Rey, referente del movimiento vecinal de la transición, quiere ilustrar la situación de abandono, desigualdad y falta de dignidad de las personas que vivían en Orcasitas desde los años 50, recuerda “”El hombre había llegado a la Luna y nosotros cagábamos en una lata. Era una situación terrible. Había que cambiar eso”. Félix,  que utilizó una bañera por primera vez en 1970, el día de su boda recuerda que Madrid se terminaba en Legazpi (…) “éramos donde la ciudad perdía su nombre”.

noviembre 2012 007La situación de Orcasitas era la de muchos asentamientos de la época: no había escuela, ni médico, ni transporte público. La gente orinaba por las noches, junto a las vías del tren. Y olía mal. El olor se pegaba, junto al lodo, en los zapatos, lo impregnaba todo. “Con ese olor, era difícil encontrar un trabajo, o salir a dar una vuelta fuera del barrio”, contaba hace unas semanas en una conferencia en la que tuve la sorpresa de reencontrarle. Por eso, una de las conquistas más celebradas por los vecinos, que se movilizaron en torno a la Asociación la Meseta, fue precisamente poder tener saneamiento. A éste le acompañaron otros logros: el agua, el transporte público, la escuela y el acceso a una vivienda digna.

Conocí a Félix hace casi veinte años y he seguido con interés la evolución de su trnoviembre 2012 008abajo junto a los más desfavorecidos, que han ido cambiando de rostro. Se ha implicado activamente con las personas afectadas por el consumo de drogas, contra el abandono escolar, por las condiciones de vida de los inmigrantes. Estaba providencialmente sentado junto a mí, en un sesudo foro sobre innovación aplicada al sector social y las entidades no lucrativas. Fue el único que no llevaba el imprescindible ppt. No le hizo falta. Aunque abusó algo del baúl de los recuerdos y citó a más políticos de la transición de lo aconsejado por el perfil “sociodemográfico” del público, la gente le escuchó sin pestañear y sin dejar de sonreir ni un momento. En aquel momento, el tema de la jornada cambió de la innovación a la inspiración, al compromiso,  al valor de lo colectivo, a la lucha contra la resignación, a la movilización social. Alguien preguntó dónde están los nuevos félixlópezrey, para ilusionarnos de nuevo. Pues yo si se dónde encontrarlos. ¡Trabajo con ellos!

noviembre 2012 018Hoy, en el final de nuestra campaña We love Saneamiento, he querido recordar a Félix, por varios motivos.

Primero, porque su experiencia y la de Orcasitas, nos pueden resultar especialmente cercanas para entender lo que puede suponer la falta de saneamiento y no justificar esta situación en un cómodo envoltorio de diferencias culturales y geográficas. Hay miles de personas, muy cerca de nosotros, que pueden, como Félix, contar cómo poder orinar y defecar de manera digna, y lavarse después, cambió su calidad y oportunidades de vida de manera esencial y para siempre.  Y que nada justifica convivir impasible con esta situación.  Y ese es el objetivo del trabajo de ONGAWA.

Segundo, porque lo que dice y cómo lo dice tiene mucho que ver con los principales retos de la sensibilización y la movilización aplicada a la lucha contra la pobreza y la injusticia en los países del Sur. Igual que ese Madrid que acababa en Legazpi entonces, parece que el mundo de los derechos, el mundo en el que las personas nos escandalizamos y hacemos algo por los demás, se acaba por aquí cerca. Hoy, mucho más. Para salir de su indignidad, Orcasitas optó por salir en la prensa, por exigir a quienes tenían la responsabilidad y la capacidad de aportar soluciones, por hacerse visibles. Y eso es lo que hemos pretendido durante estos días en We Love Saneamiento: Hacer visible la realidad de millones de personas que también forman parte del mundo de los derechos humanos. Y además, hacerlo como él, logrando que quienes están junto a él le escuchen y sientan que es posible y necesario cambiar las cosas. Y si además, somos capaces de arrancar una sonrisa, mucho mejor.

Tercero, porque la vida de Félix, la de un entrañable vendedor de lotería, puede ser la de cualquiera de nosotros. Y del mismo modo que él ha encontrado tiempo para los demás a los veinte, los cuarenta y los cincuenta y muchos años, en ONGAWA tengo la enorme suerte de trabajar, discutir, convivir, llorar, emocionarme, desalentarme y “re-ilusionarme” con personas de todas las edades, con estudiantes que pueden dar lecciones de muchas cosas, con profesionales que arañan el tiempo que no tienen, y con chicos y chicas de más de sesenta a los que me cuesta seguir el ritmo.

Y cuarto, porque el de Orcasitas es uno de los muchos ejemplos de éxito del esfuerzo colectivo para la conquista de derechos que parecen inalcanzables. Y, si trabajo en ONGAWA, es precisamente  por su vocación colectiva e integradora, la que hacen posible las irrepetibles personas que forman parte de ella y con las que espero celebrar muchas conquistas, empezando esta tarde en la Casa Encendida.

Y hablando de hacer cosas juntos, We Love Saneamiento  ha tenido mucho love y mucho saneamiento, pero, sobre todo, ha tenido mucho de WE: cientos de niños en escuelas, sus padres y profesores, voluntarios, el equipo de la oficina, vecinos y hasta personas de empresas e instituciones públicas, han formado parte de esta aventura. Habéis sido blogueros por un día, productores de teatro, activistas de las redes sociales, en vuestras familias, en la Universidad, modelos de camisetas con mensaje, recolectores de cartones, transportistas… A todos vosotros, gracias.

WE LOVE SANEAMIENTO, and I LOVE YOU TOO ONGAWA!!

PD. Me ha parecido que la camiseta lucía mejor en mis chicos y les he pedido un posado exclusivo.

Las ciudades medievales

6216557869_6908c34341Miguel Ángel Pantoja. Presidente de ONGAWA.

Las ciudades medievales tienen algo especial. Es agradable perderse por esas calles empedradas tan estrechas. Uno se siente transportado a otros siglos… No solemos pararnos a pensar que en su tiempo ninguna casa tenía retrete y que la gente defecaba en orinales. Por supuesto, heces y orina eran arrojados a la calle a la voz de “agua va”. Por eso hay soportales. Por eso las calles suelen tener un reguero en el centro. Imaginemos lo que pasaba cuando llovía. Y que era mucho peor si no llovía.

Vivir rodeado de heces es antihigiénico en sí mismo pero además no debe de fomentar la higiene en otros aspectos, como lavarse o cambiarse de ropa. El vuelo del botafumeiro de la Catedral de Santiago es espectacular, pero se trata de un gran ambientador. Se necesitaba un incensario enorme para tratar de tapar el hedor que desprendían peregrinos y feligreses…

Alguien podrá reprocharme que al mencionar estos aspectos tan desagradables les estoy estropeando la próxima excursión a un casco antiguo o a una catedral. Además, son cosas del pasado. ¿O no?

Nací en 1970 en España. Siempre he disfrutado de agua y saneamiento. Pero recuerdo muy bien las historias que mi abuela, nacida en 1914, me contaba sobre lo que pasaba en verano cuando ella era pequeña. Cuando empezaba el calor aparecía la “caguetilla”. Decenas de niños pequeños morían por diarrea y tifus. Era tan frecuente que los entierros se hacían sin demasiada ceremonia. Mi abuela recordaba ir por la calle, con otras chicas, llevando al cementerio una caja blanca.

Bien, pero ya hemos superado eso, ¿no?

No.

Hoy por hoy, un niño muere cada 15 segundos de diarrea y otras enfermedades provocadas por la falta de saneamiento. Muchas cajas blancas, ¿verdad?

Hoy por hoy, al menos el 50% de la presión asistencial a la que tienen que hacer frente los débiles sistemas sanitarios africanos la provoca la falta de agua potable y saneamiento.

El mayor avance médico de los últimos 200 años no es la anestesia, ni las vacunas, ni los antibióticos. Lo que más ha contribuido a aumentar la esperanza de vida ha sido el saneamiento. Allí donde se ha implantado ha significado la eliminación de parásitos e infecciones, la disminución de muertes y enfermedades. Ha dado más y mejor vida a las personas.

También ha mejorado la dignidad y la autoestima de la gente. Defecar a cielo abierto no solamente conlleva un riesgo de salud pública increíble. Es indigno. Así como se suele decir que el grado de civilización de una sociedad puede medirse por cómo trata a los más débiles, de la misma forma podría asociarse a cómo gestiona las heces.

Las ciudades medievales tienen algo especial. Nos muestran cómo hemos superado la barbarie de vivir sin saneamiento, y son un recordatorio permanente de que debemos trabajar sin descanso para que todos los seres humanos vean respetado su Derecho Humano a una vida digna.

Una cuestión de prioridades

CIMG0581Daniel Manceñido. Voluntario del Área Sectorial de Agua de ONGAWA.

Es escalofriante pensar que una de cada tres personas de este mundo no pueden defecar en un lugar apropiado, pero no lo es menos que no seamos conscientes de ello.

Estamos tan preocupados por nuestros propios problemas como ciudadanos de nuestro país: el paro, el rescate, la prima de riesgo…que somos incapaces de valorar y priorizar los problemas como ciudadanos que somos de este mundo.

Pensemos por un momento que mientras dos familias españolas usan un váter a diario, hay una en otro lugar del mundo que lo hace al aire libre o en un lugar que no reúne unas condiciones mínimas de salubridad, pensemos en cómo se pueden sentir estas personas, pensemos en su salud, pensemos en su educación, pensemos en su futuro.

Me indignan los valores de nuestros dirigentes, de nuestros políticos. ¿Cuántos de ellos tienen en su agenda contribuir a la mejora de la dignidad de las personas? Quizás la pregunta nos la deberíamos hacer a nosotros mismos, como sociedad. ¿Está entre nuestras prioridades que las personas puedan vivir con un mínimo de dignidad, que se respeten los derechos humanos en nuestro mundo?

Mientras que las sociedades de los países ricos no prioricemos adecuadamente los problemas, antepongamos la dignidad de las personas de este mundo frente a nuestra preocupación por ser más ricos, será muy difícil evitar que en el mundo haya 55 “Españas” sin acceso a un váter. Hagamos un pequeño esfuerzo, tratemos de imaginar toda esa población sin váter, ¿Cuesta no? ¿Indignante? Mejor pon tú el adjetivo.

La buena noticia es que para lograr que esta situación cambie hay muchas organizaciones que trabajan para ello, entre ellas ONGAWA. Hace dos años empecé a asomarme a ONGAWA por la ventana del Grupo de Agua y tengo que decir que ha sido una experiencia de lo más gratificante.

Aprovechando la campaña “We love saneamiento”, desde ONGAWA estamos poniendo en marcha un proyecto divulgativo dirigido a niños de educación primaria, para darles a conocer que otra realidad sin acceso al agua también existe, que hay “55 Españas” sin váter, y  sobre todo que podemos cambiarla. Es en la infancia donde se afianzan los valores de la persona; la sociedad futura, sus organizaciones, sus dirigentes, serán el resultado de nuestro trabajo presente.

Os animo a todos a colaborar en la toma de conciencia de la sociedad, de la situación de esas 2.500 millones de personas en el mundo sin acceso al saneamiento, porque otra realidad SI es posible.

Promoviendo el Derecho Humano al Saneamiento

palomaPaloma García – Moreno Bascones. Responsable de Programas en América de ONGAWA.

ONGAWA está impulsando algunas respuestas a la falta de saneamiento  y sus consecuencias. Voy a contaros cómo se está trabajando en Nicaragua.

1)      Queremos cambiar la situación de la gente, pero con una mirada completa del problema.

¿Una letrina a la que una niña se le ven los pies por debajo de la puerta es derecho al saneamiento si no es segura? ¿Y si lo que propone un proyecto no tiene un mantenimiento asequible? ¿Y si me estoy empeñando en las letrinas aboneras porque son buenísimas aunque no sean culturalmente aceptables en algunos contextos? ¿Y cualquier tecnología de saneamiento es derecho humano y entonces todos queremos baños inteligentes japoneses?  

Esta mirada, es la mirada del Derecho Humano: no la hemos inventado, está bien explicada en documentos de los órganos de Naciones Unidas encargados de vigilar los tratados y los pactos internacionales.

ONGAWA tiene en Nicaragua un equipo técnico sensible, motivado y con un tremendo grado de compromiso con los derechos humanos.

Raúl, Eddy y Ramón conocen las comunidades como la palma de su mano, el estado de la letrina de cada familia, si dejan que la gallina ponga los huevos en la cama, o cuántas veces se lavan las manos al día.

Después de cuatro años se puede decir que tenemos un abanico de opciones de saneamiento que promover en cada caso (entre 400 y 800 euros) “que son tan bonitas que ni tufo se siente” y que para poder pagarlas en algunos casos, las cooperativas darán créditos.

Gracias a la Escuela de Lideresas, las mujeres promueven la equidad en el disfrute de los derechos. Ellas nos ayudan a no seguir aumentando diferencias entre hombres y mujeres, porque nos han estado contando cómo tener en cuenta sus intereses y necesidades.

2) Queremos cambiar el modo de hacer de los que tienen la obligación de garantizar este derecho. Los gobiernos tienen que mejorar sus políticas, leyes, recursos, prioridades.

No puede haber un derecho sin una obligación de alguien que lo garantice. Los Estados asumen la obligación de poner todos los recursos posibles, y esto incluye a la cooperación internacional.

El derecho al saneamiento, como muchos derechos sociales, tiene resquicios por los que puede escaparse tranquilamente de la lista de prioridades de cualquier gobierno. Lo único exigible es no retroceder y además que se cumpla la ley del país, es decir: que exista una norma y que se cumpla.

Parte de nuestro trabajo también es medir: lo que no se mide no existe y nadie toma decisiones sobre ello.

Según los datos oficiales el número de viviendas sin acceso a ningún tipo de servicio higiénico es del 15%, sin tener en cuenta la suma de letrinas que no se usan o las familias sin vivienda. Si acercamos el foco y miramos además otros detalles del derecho como la posibilidad de lavarse las manos cerca para cortar el ciclo de enfermedades, o las letrinas con escaleras en hogares donde hay personas de movilidad reducida, el dato se dispara. Acercando el foco se pueden resolver los problemas reales porque ayuda a las alcaldías a planificar sus inversiones.

3) Por último queremos que haya una mayor cultura sobre los derechos humanos, para que las personas y organizaciones cumplamos con nuestra responsabilidad de contribuir y de exigir. Si estamos hablando de “derechos humanos”, significa que son universales y que deben regirse por principios básicos como son la transparencia, la rendición de cuentas, la igualdad en la diversidad, entre otros.

No quiero terminar sin denunciar el tremendo recorte de la ayuda oficial al desarrollo en España. En Nicaragua va a significar disminuir la escala de trabajo. El componente de saneamiento se cierra si no encontramos dinero en otro país.

El año que viene cumpliremos los quince años de la primera ley de cooperación en España, y esto decía  “La política española de cooperación internacional para el desarrollo, inspirada en la Constitución, expresa la solidaridad del pueblo español con los países en desarrollo y, particularmente, con los pueblos más desfavorecidos de otras naciones y se basa en un amplio consenso político y social a escala nacional, de acuerdo con los siguientes principios (…) La necesidad de promover un desarrollo humano global, interdependiente, participativo, sostenible y con equidad de género en todas las naciones, procurando la aplicación del principio de corresponsabilidad entre los Estados, en orden a asegurar y potenciar la eficacia y coherencia de las políticas de cooperación al desarrollo en su objetivo de erradicar la pobreza en el mundo.”

Me pregunto si esto puede obviarse así no más, o si nos vamos a tragar que el asunto de los recortes puede enfrentar necesidades de unas personas con necesidades de otras, o si se nos va a olvidar pensar en colectivo. No creo que lo debamos permitir, por eso veo necesarias campañas como esta.  

Welovesaneamiento es una campaña que habla de un nosotr@s y de una pasión. Un nosotr@s que representa nuestro vínculo social con el resto del mundo; y una  pasión que es la defensa de un desarrollo humano global. Hoy es el saneamiento el derecho que toca recordar.

Gracias Itziar, Jorge, Cristina y Alberto, equipo de base social y ciudadanía.

En el verano de 1853, en el invierno de 2012

saneamientoJosé Manuel Gómez Pérez. Técnico del Área de Empresas de ONGAWA.

En el verano de 1853 el parlamento británico tuvo que cerrarse porque los distinguidos señores que allí se reunían no soportaban el olor a mierda que emanaba del Río Támesis, desbordado tras recibir los residuos de todo Londres. Algo fallaba. El capitalismo era ya un motor acelerado de producir riqueza y el crecimiento económico no tenía precedentes; sin embargo los índices de mortalidad infantil se disparaban en los barrios pobres como consecuencia de la falta de servicios de agua y saneamiento. En Londres, igual que en otras ciudades industriales como Boston o París, morían entre 160 y 180 niños de cada 1000, la mayoría a causa de diarreas e infecciones.

220px-FaradayFatherThamesHizo falta mucho más que aquel verano caluroso en el que la mierda desbordó el Támesis y el mal olor forzó la clausura de los debates sobre el estado del reino para que las cosas cambiaran. Políticos reformistas, sindicatos y médicos se movilizaron en sonoras campañas – no basta con producir riqueza: es importante que los niños no mueran -, pero fue la extensión del derecho al voto a las clases pobres lo que provocó que las instituciones gubernamentales realizaran inversiones en saneamiento que redujeron drásticamente en un par de décadas la mortalidad infantil. Los malos olores no fueron suficientes (pañuelos perfumados, ventanas cerradas,…). Hubo que reclamar derechos para resolver el problema.

Han pasado un puñado de generaciones y el capitalismo parece hoy tener más que ver con inmanencias y flujos sutiles de información que con motores, pero por algún motivo ahí siguen las periferias, esta vez globales, con tasas de mortalidad infantil inquietantemente parecidas a las de aquellas primeras ciudades industriales: RD Congo. 170 niños menores de 5 años muertos por cada mil nacidos vivos, Sierra Leona, 174; Somalia, 180.

La Asamblea de Naciones Unidas reconoció en 2010 el saneamiento básico como derecho humano. 2500 millones de personas viven en el mundo sin saneamiento básico.

¿No notáis el mal olor?

No hay gusto más descansado que después de haber cagado

IMG-20121206-WA0004Gabriel Jiménez Peña. Voluntario del Grupo Universidad de ONGAWA.

Echando un vistazo a este blog podemos hacernos una idea del impacto brutal que provoca no poseer unos adecuados mecanismos de saneamiento, con una incidencia casi total, por supuesto, en países en vías de desarrollo. En algunos casos la solución es muy compleja; en otros, relativamente sencilla.

No voy a repetir toda la información. Nos han hablado del ciclo fecal-oral, de la “revolución del saneamiento” y sobre algunos datos en Mozambique. Nos han mostrado los problemas añadidos en el caso de las mujeres, un ejemplo de uso habitual en el Norte y cómo un compañero vivió su reencuentro con un aseo en su tierra cubana. Y muchas cosas más.

Sí repetiré alguno de los desconcertantes datos, extraídos de la resolución 64/292 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, del 28 de julio de 2010: “aproximadamente 884 millones de personas carecen de acceso a agua potable y más de 2.600 millones de personas no tienen acceso a saneamiento básico”, “cada año fallecen aproximadamente 1,5 millones de niños menores de 5 años y se pierden 443 millones de días lectivos a consecuencia de enfermedades relacionadas con el agua y el saneamiento”, y podríamos seguir con más números y estadísticas, pero más o menos ya hemos repasado todos los problemas relacionados con el saneamiento.

¿Todos? Pues yo creo que no. Aunque ya lo han apuntado en una de las entradas y a pesar no ser el problema directo, la sombra de los tabúes es alargada y también se cierne sobre la cooperación al desarrollo o sobre su impacto mediático al menos.

En dicha resolución la ONU reconoció “que el derecho al agua potable y el saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos”. Por aquellas fechas ya tenía alguna mínima concienciación sobre el tema y recuerdo cómo el eco de los medios de comunicación se centraba casi exclusivamente en el acceso al agua. Muy importante, cierto. Nadie lo va a negar. Pero es una visión parcial, incompleta y descontextualizada que de poco sirve si no se informa conjuntamente de cómo se asegura ese acceso, de cómo se gestionan las aguas residuales, de cómo se debe garantizar una higiene adecuada a la hora de cagar y de mear (defecar y miccionar si lo preferís), y de todas las personas enfermas y muertas cada día por estas cuestiones.

Visibilizar y concienciar sobre las desigualdades Norte-Sur, y muchas veces focalizando en estos problemas que cuesta sacar a la palestra, son algunas de las motivaciones por las que soy voluntario en ONGAWA.

Por ejemplo, para el anterior Día del Saneamiento decidimos llamar la atención en Ciudad Universitaria sacando a la calle una recreación de un váter de un país más desarrollado y una letrina (no mejorada) de otro menos desarrollado. Lo montamos en estructuras (casi)rodantes y nos colocamos cerca de la boca de metro.. La intención era que la gente se fijara más en nuestra acción callejera que en las personas que reparten publicidad en esa zona (demasiadas), se acercaran y se sacaran una foto que luego compartiríamos por internet. A la vez, por supuesto, que soltábamos “la chapa” de una manera desenfadada y hacíamos algún contacto que otro. No creo que revolucionáramos la mente de nadie, pero noté un mayor interés que en una movilización típica.

En resumen, trabajemos para que se convierta en una realidad para todo el mundo aquello que escribió Quevedo:

No hay gusto más descansado que después de haber cagado.

El saneamiento y el cine

OLYMPUS DIGITAL CAMERAAgustín Moya Colorado. Responsable de Financiación de ONGAWA.

He estado siguiendo el blog estos últimos días y mi cabeza ha dado más vueltas que nunca en torno al tema del saneamiento. Y precisamente para eso estamos haciendo este blog, ¿no? El caso es que me he ha dado por pensar en cómo ha tratado el séptimo arte a nuestro amado saneamiento y al buscar en Internet he encontrado un poco de todo.

Aquí os pongo algunos ejemplos:

En tono dramático la primera escena que se me vino a la cabeza fue la de Slumdog Millionaire. Todo el que haya visto la película sabrá a qué escena me refiero: el pequeño protagonista se ve encerrado en una letrina sobre el río mientras su ídolo del cine está de visita en su aldea. Su única opción para poder ver a su ídolo de cerca pasa por tirarse por el hueco de la letrina al río de mierda… y lo hace.

En Trainspotting tenemos esta escena en la que un joven Ewan McGregor muy perjudicado por las drogas se sumerge (literalmente) en “el peor retrete de Escocia” para recuperar la droga que se le han caído dentro justo después de dar alivio a un apretón. Sólo el efecto de las drogas puede explicar la cara de felicidad con la que emerge de la taza.

Cambiando de registro, se pueden encontrar bastantes escenas en clave de comedia con el escusado como protagonista colateral. Por ejemplo esta escena de Arma Letal 2 en la que una bomba instalada bajo la taza pone en peligro a Danny Glover y a Mel Gibson y da pie a un diálogo de lo más profundo.

En 2 Tontos muy Tontos encontramos esta escena cómica que se ha hecho bastante famosa en la más clásica escuela del “caca, culo, pedo, pis”. No creo que haya mucha gente que se quede indiferente ante el concierto que nos brinda Jeff Daniels.

Por último, aquí podemos ver que hasta las películas de animación han contado con el retrete como parte esencial de una escena cómica. En Toy Story 3 el pequeño protagonista usa el baño para escapar de la guardería en que está atrapado y lo hace desde el baño. No cabe duda de que Woody tiene muy claro los peligros asociados a la falta de higiene.

Muchas de las escenas de cine que tienen lugar en el cuarto de baño son en clave de comedia o de terror (las escenas más famosas de Psicosis y El Resplandor tienen lugar en el cuarto de baño). En el caso del género de terror, es seguramente porque el baño es un lugar que identificamos con la intimidad y la seguridad. Sufrir un ataque en el cuarto de baño genera un especial desasosiego, de hecho nos sobresaltamos mucho más cuando alguien llama a la puerta del baño cuando estamos a nuestras cosas que cuando estamos en cualquier otra estancia de la casa, ¿no?

En el caso de la comedia, yo interpreto que puede ser porque tratamos siempre de ocultar los ruidos y olores que nuestro cuerpo genera. Y cuando éstos se magnifican y explicitan, provoca la risa de lo inesperado y lo embarazoso, la vergüenza ajena de la situación incómoda.

En todo caso, el saneamiento en el cine aparece como un elemento natural y cotidiano. Desde luego da para echarse unas risas, porque ante todo no hay que perder el sentido del humor. Pero también para pensar en todo lo que puede implicar no tenerlo. Somos afortunados de poder ir al cine de vez en cuando a ver películas (cada vez menos con los precios que se están poniendo), pero hay más de 2.500 millones de personas que no pueden ir al baño cada día.

Echa un vistazo a las propuestas de acción de este blog y participa en alguna de ellas. Ir al cine no es un Derecho Humano, el saneamiento sí que lo es.