Queremos saneamiento para todos.

We love saneamientoGuadalupe Hernández León. Voluntaria del Área Sectorial de Agua de ONGAWA.

Cuando se empiezan las obras de urbanización en una actuación industrial, las primeras conducciones que se colocan son los tubos de saneamiento para aguas pluviales y después las tuberías de aguas residuales. Imposible desarrollar una urbanización sin el saneamiento; puede ser una red unitaria o separativa, podemos plantearnos el tipo de los materiales a utilizar y su calidad; pero sería impensable prescindir de estos tubos. ¿Por qué hay lugares dónde ni siquiera conocen su importancia, que podemos decir es “vital”?.

El caso es que hace pocos años, cuando era pequeña (unos cuarenta y tantos, pocos), íbamos de vacaciones al pueblo de mis padres y teníamos que ir a “hacer caca” al corral donde estaban las gallinas. A mi hermano le daba terror ir, porque si te descuidabas un poco tenías a las gallinas corriendo detrás de ti y tú con los pantalones por las rodillas intentando quitártelas de encima. ¡Qué horror, parece tan lejano y tan olvidado!…

Lo que más me impresiona de la falta de saneamiento es lo indigno de la situación y la vulnerabilidad de las personas y en especial de las mujeres y más de las niñas. Muchas niñas son violadas cuando van a hacer sus necesidades, porque suele ser por la noche y en una posición totalmente indefensa. Ponerme en lugar de ellas y, especialmente, en lugar de sus madres, me resulta muy doloroso.

Por este motivo, no deberíamos de dejar de recordar lo importante que es el saneamiento. Desde el grupo de agua de ONGAWA este año hemos participado en la sensibilización del Derecho Humano al Saneamiento. Preparar el concurso de teatro “tira de la cadena” ha sido un reto para todos. No sabíamos nada de teatro y la experiencia ha sido muy enriquecedora; quizás poco técnico, pero muy divertido. Los grupos que han participado, han expresado como sienten ellos el derecho al saneamiento. El público ha quedado tocado y con el “run-run” de que todo el mundo debería tener saneamiento. Creo que es importante seguir contándolo a los demás y estoy segura de que llegará el día en que todos tengamos saneamiento.

Una carta que nunca deberíamos escribir

la foto(2)Alberto Guijarro Lomeña. Responsable de Campañas de ONGAWA.

Mi querida Saida:

Me alegra que te hayas recuperado de lo que tú llamas “la enfermedad que te hace salir al campo 20 veces al día para hacer caca, dolerte la tripa y quemarte la frente”. Siento muchísimo que tu amiguito Songea no haya tenido tanta suerte…

Ahora, como me cuentas en tu carta, podrás volver a ayudar a tu mamá a ir a por agua y leña a las afueras del poblado.

Es verdad que tendrás que esforzarte un poco para hacer las tareas que te has perdido estas 3 semanas por no haber podido ir a la escuela. Ya sé que ahora en invierno hay poco tiempo de luz para hacer las tareas dentro de tu casa, pero en cuanto tu mamá y tu papá también se pongan buenos, seguro que conseguirán algo de dinero para comprar velas y así puedas hacer tareas cuando se ponga el sol.

También, en cuanto se recuperen, podrán volver a trabajar en vuestro pequeño huerto, y conseguir algo más de comer que no sea solo maíz.

Seguro que la construcción que me cuentas de 2 letrinas que han puesto en tu escuela, una para niñas y otra para niños, y el grifo junto a ellas hará más difícil que os pongáis malos.

Yo tengo malas noticias que contarte. En mi país los que mandan dicen que en estos momentos no podemos ayudar para que niñas como tú no tengan que andar 2 horas cada día para recoger agua, o para que niños como tu amigo Songea no se mueran por una simple diarrea (así es como llamamos a la enfermedad que habéis tenido). Y lo malo es que poca gente dice algo, para que los que mandan cambien de opinión.

Me dirás que no lo entiendes… Quizá hasta que no seas mayor no entenderás por qué pasan cosas como ésta. La verdad es que yo tampoco.

Pero te prometo una cosa.

No me cansaré nunca de contar las cosas que te pasan a ti y a tantos millones de personas en todo el mundo. No me cansaré nunca de trabajar para que cada vez más gente quiera hacer un mundo mejor para todos. No me cansaré nunca…

Cuídate mucho, por favor.

Te mando un besazo enorme,

Alberto

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Esta carta podría haber sido escrita a miles de niños y niñas que mueren CADA DÍA por no tener acceso a saneamiento básico, y que se encuentran encerrados en el círculo de la pobreza.

¿Cuánto tiempo tendrá que pasar hasta que cartas como esta sólo puedan leerse en los libros de historia?

La pregunta es: ¿qué podemos hacer?

Cada uno/a debe buscar su respuesta.

Agua y saneamiento después de una carrera

IMAG1017Ricardo Orta. Voluntario del Grupo de RSC de ONGAWA.

En el colegio nos dijeron que el agua no tiene color, no tiene sabor, no tiene olor. Abres el grifo dejándola correr, para que salga fresca, clara… o para que la ducha coja temperatura y no te sobresalte por lo fría que está.

Corres diez kilómetros la noche más oscura de diciembre. A dos grados a penas, el último kilómetro lo haces pensando en tu ducha. Esa media hora debajo del agua para que tus músculos se relajen y se destensen y tu cuerpo vuelva, despacio a coger calor.

Entras en casa, sueltas las zapatillas en el primer sitio que ves. Echas la bronca a tu pareja por dejarse la tapa del wáter levantada mientras abres el grifo de la ducha. Dejas el agua correr y vas a la nevera. Rebuscas entre los tomates y encuentras tu bebida isotónica.

Entras al baño y al descorrer la cortina de la ducha, el horror… el agua está marrón. Pegas un grito, de enfado e ira. De repente tu pequeño mundo se ha puesto del revés. Tu pareja entra, mira por encima de tu hombro y te dice que no pasa nada, será un poco de tierra que ha arrastrado el agua.

“Así te duchas tu, le dices” mientras buscas el teléfono del Canal de Isabel II.

Muchas de las grandes leyendas del atletismo se han forjado en lugares donde el agua limpia, potable con suerte, es un lujo recogido por las mujeres tras andar varios kilómetros cada día. Otras leyendas nacen hoy en estos lugares, y su verdadero mérito no será batir el record del mundo si no vencer la sed, saltar sobre la suciedad y engañar a la enfermedad.

Pero todo esto, ya lo sabemos. Hace ya tiempo que somos fríos a los mensajes como el que recoge este pequeño post de un pequeño blog.

Es por eso que, para vencer esa resistencia interna, para volver a recuperar el mensaje que nunca debimos perder de vista necesitamos de asociaciones como ONGAWA, donde la creatividad, el trabajo en equipo, la fe ciega y el convencimiento en la universalidad del derecho al saneamiento son el camino para conseguir que el agua sea sinónimo de pureza, frescura y vida.

Alguien lo ha tenido que ver importante…

CrisSaneamiento1Cristina Gutiérrez Sánchez. Responsable de Base Social de ONGAWA.

Desde el día en que empezó la Campaña de We Love Saneamiento, no he parado de fijarme en cosas relacionadas con la temática.  Leo los datos que aparecen en este blog o en el kit que se ha hecho para ocasión, y no puedo creer lo inconscientes que somos, la mayoría, de lo que supone no tener acceso al saneamiento.

Es cierto, que el váter forma parte de nuestra vida. Si estuvierais buscando casa y leyerais este anuncio “dos dormitorios, salón, cocina y trastero” ¿qué pensaríais? Yo lo tengo claro, “se han equivocado, ¡¡falta 1 baño!!”. No me planteo estar en un bar, tomando unas cervezas y no poder entrar al baño, ir al aeropuerto, la estación y no ver el dibujo que te índica donde está el baño, todos estos ejemplos no hacen más que demostrar que el saneamiento está incorporado a nuestras vidas, es más me atrevería a decir que es ¡¡realmente imprescindible!!!.

Hace días leí la entrada en el blog de Aitor, y al ver su foto recordé que el año pasado cuando preparábamos una actividad del grupo universidad, Andrés y Gaby dijeron “ponemos un váter en Ciudad Universitaria, podemos reciclar alguno que veamos por la calle” y a ninguno de los que estábamos allí nos sorprendió o escandalizo… sí, porque seguro que casi todos los que leáis esto habréis visto algún váter en la basura.

Trabajo en ONGAWA desde hace cinco años, hoy como Responsable de Voluntariado, y si algo he aprendido en todo este tiempo es que hay mucha gente que está dispuesta a contribuir para conseguir un mundo más justo y solidario, para hacer llegar a la gente mensajes importantes, para demostrar y demostrarnos que a pesar de lo difícil que nos lo ponen merece la pena seguir trabajando para lograr mejorar la situación de la población más vulnerable de los países del Sur y promover la participación de la sociedad española.

Así que me propuse que para mi post tenía que encontrar alguien o algo que hubiera dado al saneamiento la misma importancia que le damos a este derecho  en ONGAWA, y creo que algo he encontrado:

cris1Manneken Pis es una estatua de bronce de unos cincuenta centímetros situada en el centro histórico de Bruselas (Bélgica). Representa a un niño pequeño desnudo orinando dentro del cuenco de la fuente.

cris2Este es el que más me gusta, aunque reconozco que no soy objetiva. Soy una enamorada de Asturias, intento visitar cualquiera de sus rincones siempre que puedo y este monumento no ha sido menos, os hablo de la escultura de Eduardo Chillida titulada Elogio del horizonte, y conocida popularmente como el Váter de King Kong, debido a su forma, a su tamaño y al sonido que se oye en su interior, situada en Gijón.

Así que sólo puedo decir, ¡¡SEGUÍMOS!!

¿Y qué puedo/podemos hacer?

OLYMPUS DIGITAL CAMERAAlba Ramos Cabal. Voluntaria del Área de Energía de ONGAWA.

Me despierta la luz entrando a través de una pequeña ventana, me revuelvo sobre mi cama pero no consigo conciliar el sueño…, al final me levanto. Me dirijo a la calle, recorro unos cientos de metros por un camino de tierra rojiza que me conduce hacía un arroyo y me acomodo tras un baobab; por fin voy al baño.

Ni tú ni yo somos protagonistas de este relato, sin embargo, más de 1.100.000.000 personas en todo el mundo, son protagonistas del relato anterior diariamente. Y también lo son de aquel en el que se describa la falta de alcantarillado o los 5.000 niños y niñas que mueren cada día a causa de enfermedades evitables causadas por el agua y la falta de saneamiento…También la dignidad de miles de millones de personas, especialmente mujeres y niñas, queda entredicho por no tener acceso a un retrete.

El derecho al saneamiento es un Derecho Humano reconocido por las Naciones Unidas. En el año 2000, los 189 países miembros firmaron el compromiso de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), acordando reducir para el año 2015 el número de personas que viven en la pobreza, las que pasan hambre, mejorar el acceso a la educación, salud, igualdad de género o reducir la mortalidad entre otros. A menos de dos años para la fecha fijada ya se sabe que dichos objetivos no se van a cumplir, y entre ellos se encontraba el compromiso de reducir a la mitad la proporción de personas que no tienen acceso a saneamiento básico, objetivo que también está lejos de cumplirse.

Lo más grave de todo esto es que la solución al problema es la falta de voluntad política.

¿Qué podemos hacer nosotros?

Nosotros, los ciudadanos, sabiendo de la importancia de la falta de este derecho humano podemos presionar a los gobiernos y a la comunidad internacional para que se pongan en marcha soluciones. Además de exigir que se cumplan los compromisos de los ODM. 

¿Y qué hago yo día a día?

Dentro de mi entorno me preocupo por concienciar de esta situación y denunciar que los gobiernos y la comunidad internacional tienen medios para ponerle fin pero no lo hacen. También me implico como voluntaria en actividades de sensibilización y movilización dirigidas a la ciudadanía.

¿Y por qué lo hago?

No soy capaz de llegar a comprender como en un mundo donde existen recursos para todos, el reparto no es solo desigual, sino que una minoría derrocha recursos que se les niegan al resto.  

En definitiva, porque no creo que mi vida valga más que la de otra persona ¿Y la tuya?

 

¿Donde orinar en mitad de la calle?

MartaMarta Calzado. Voluntaria del Área Sectorial de Agua de ONGAWA.

Hoy cuando iba en el autobús de camino al trabajo cuanto me meaba… y pensé: ¿aguantaré hasta llegar a la oficina? ¿Tendré que mear en la calle?

En la actualidad existen más de 2.500 millones de personas que no tienen acceso a un baño público y mucho menos a un baño en su casa…. con mucha suerte encuentran una letrina y eso ya es un gran privilegio.

No sabemos la suerte que tenemos en tener acceso al agua porque aunque no nos paremos a pensarlo toda nuestra vida gira entorno a ella. ¡Cómo no vamos a luchar por este derecho!

Hoy he preguntado a mis compis de piso ¿de que manera podemos contribuir con el objetivo de derecho humano al saneamiento?

Sus respuestas han sido varias ahorrando agua, yendo a terreno a colaborar, soltando dinerillo a ONG… pero la repuesta común a todas nosotras ha sido sobre todo CONCIENCIACIÓN y poder transmitir esto a todo nuestro entorno

Llevo colaborando con ONGAWA muy poquito tiempo, conocí esta ONG gracias a una oportunidad que me dio mi empresa para ir a terreno y cuando estas allí te das cuenta la suerte que tenemos, como antes comentaba. Esa ha sido una de las razones principales por las que he seguido colaborando con ONGAWA y me he unido a este grupo porque creo que todo el mundo debería tener acceso a un saneamiento digno.

Las vicisitudes de mis viajes

FotoJorge O. Navarro Barrios. Voluntario del Grupo Universidad de ONGAWA.

Octubre de 2002. Ciudad de Matanzas, capital de la provincia homónima, Cuba. Estación de Ómnibus interprovincial. Tras ocho horas esperando allí, el cuerpo empieza a exigir que atendamos una de sus necesidades básicas. Uno, que se conoce la situación de los “aseos” públicos (y nótese que aseos lo pongo entrecomillado), intenta aguantarse lo máximo que puede. Pero, por todos es sabido, que cuando llega el momento, poco podemos hacer por retrasarlo.

Mi abuelo siempre me dijo, que cuando fuera de viaje me llevase siempre una cuerda y una revista. Objetos que ocupan poco y que siempre pueden ser de gran utilidad. Haces acopio de tu revista y afrontas el camino de los “aseos”. Ya sabes lo que te vas a encontrar cuando abras la puerta, todo aquel que haya nacido en Cuba está acostumbrado. En la izquierda, una fila de agujeros hediondos y manchados en el suelo, que ni siquiera tienen una mampara que los separe. Entre agujero y agujero, un cubo llenos de periódicos y páginas revistas estrujadas -he aquí el uso de la revista, pues no esperes que haya papel higiénico-. Justo en frente hay un bordillo y desde él hasta la pared el suelo ligeramente inclinado hacia un desagüe, para aquellos cuya necesidad se puede solventar de pie. A la derecha una serie de grifos mohosos, que presumiblemente no funcionarán, pero que nadie tocará. Todo ello envuelto en un hedor que vas a tardar en olvidar. Usar este “aseo” requiere una serie de habilidades, que cualquier cubano irá aprendiendo con el tiempo. La costumbre, y la resignación de quien sabe que una mejora no va a llegar, hacen que resulte menos escatológico. Hablo de un “aseo” para hombres, no conozco el de mujeres, pero no debe distar mucho en cuanto a distribución, limpieza, olor o funcionamiento, lo cual, las colocas en una situación aún peor. Estos “aseos” eran iguales en todas las estaciones de autobuses interprovinciales, y en alguna estación de tren.

Siendo sinceros, evitabas tanto aquellas situaciones que pocas veces te encontrabas con la necesidad apremiante de utilizar estos “aseos”. Siendo previsores, y con algo de suerte con las averías de los autobuses no tenías que llegar al extremo de utilizarlos. Pese a todo, son una realidad, y cualquier cubano lo tiene en mente, por eso, verás que todo viajero cubano lleva consigo una revista antigua, de papel sin satinar. La situación no te escandaliza. Sabes que existe y tratas de evitarla.

Junio de 2003. Llevo en España tres meses, y he viajado mucho por su geografía (Barcelona, Granada, Valencia…). Me sorprendo en cada viaje llevando una revista, aquí casi todas son de papel satinado, y sé que nunca tendré que darle su utilidad de antaño, pero aun así la llevo conmigo, cosas de la costumbre. El tiempo pasó, y al igual que otras muchas, fui perdiendo esta costumbre.

Julio de 2011. Viajo a Cuba, para visitar a viejos amigos. Desde La Habana tenemos que ir a Santiago de Cuba. Podría pagarme un avión, pero mis amigos cubanos no, y yo no puedo pagar el avión a todos. La solución es recurrir a la siempre eficaz -si no eres cubano, he de aclarar que esto último es irónico- Ómnibus Metropolitanos, la empresa dedicada al transporte por carretera de Cuba. Por el estado de la carretera y el propio autobús el viaje será fácilmente de catorce horas. ¿Cómo no?, surge un problema -algo relacionado con el combustible- y tenemos que detenernos. Paramos en Villa Clara. Llevábamos diez horas de viaje, y preveíamos pasar en aquella estación al menos otras tres. El ciclo interno de la comida sigue su curso y, como es natural, me surgen ciertas necesidades. Me viene a la cabeza viejos recuerdos y me descubro sin revista. Pregunto a mis amigos y ellos, que no habían abandonado nunca nuestra Cuba natal, mantenían viejas costumbres, y me dejaron algunas páginas de alguna revista. Entro en los “aseos” y el impacto es brutal. Tanto tiempo fuera, sin tener en mente esta realidad me hizo entrar desprevenido. Por momentos pensé que no podría hacerlo allí. Aquello ya no me parecía normal. Os reconozco que en aquella ocasión lo pase muy mal. Me había acostumbrado a “lo bueno”, me había acostumbrado a “lo de aquí”.

Esto sucede en Cuba, que dentro de sus dificultades, no es uno de los peores países en cuanto a saneamiento. Esta situación por muy mala que parezca es infinitamente mejor que la situación en la que viven millones de personas en todo el mundo (la mayoría en África). Por muy mala que parezca esta situación es mucho más segura e higiénica que hacer tus necesidades al aire y/o en las mismas aguas de las que tú u otra persona (rio abajo) van a beber. Desde ONGAWA trabajamos para esas millones de personas que defecan peor que como se hace en las estaciones de autobuses interprovinciales de Cuba, lo hagan al menos, como allí. Nos encantaría que cada persona tuviera acceso a un váter para poder cagar en paz, tranquilos y seguros. No es un capricho. Tener acceso a un sistema de saneamiento eficaz reduce muchísimo enfermedades, que aquí aparecen solo en algún caso de House M.D, como la diarrea o el cólera. Aquí tenemos asumido que cuando tengamos que defecar, siempre tendremos un baño cerca. Podremos ser más o menos escrupulosos, y esperar a llegar a casa o hacerlo en la universidad, pero ese derecho, sí, Derecho Humano al Saneamiento, lo tenemos asegurado.

CapturaVivimos rodeados de váteres, pero no somos realmente conscientes de lo afortunado que somos. Aquí cuando hablamos de cagar, mierdas o similares (si es que alguna vez hablamos en esos términos) se reduce a un emoticono del Whatsapp. Una caquita que nos hace gracia. Tenemos pudor a hablar sobre el tema, por eso desde ONGAWA intentamos concienciar a las personas informándolas sobre una problema, que puede resultar desagradable, pero que existe, y queramos o no mata personas. En nuestra mano está pedir a nuestros gobernantes o involucrarnos con ONG como ONGAWA, no para poner un váter en cada casa de África o la India, sino para conseguir que al menos haya unas letrinas en las afueras de los pueblos más pobres o en los arrabales de alguna gran ciudad. Una letrina, que muchas veces, cuesta menos que la pegatina que se le pone.

Defecando al aire libre

2012-11-28 21.16.55-2Alejandro Jiménez. Voluntario del Área Sectorial de Agua de ONGAWA

A estas alturas del blog, creo que ya habréis leído algunas cifras escalofriantes sobre el número de personas sin acceso a saneamiento en el mundo. Yo lo pondré en simple:

2 de cada 5 personas en el mundo no tienen un lugar digno y seguro en el que ir al baño; ya sea porque no tienen, o porque tiene que caminar un rato hasta él y en ocasiones es peligroso, porque está tan asqueroso que no se puede usar, porque no asegura un mínimo de  privacidad, o porque tienen que pagar por cada uso, y no siempre tienen el dinero suficiente. Esto es un auténtico escándalo.  

Y ante ello, la pregunta inmediata es: ¿cómo es posible que esto pase? ¿Cómo es que toda esa gente no hace nada para remediarlo? En nuestro país, en todas las casas y lugares públicos hay, por lo menos, un baño. Desde luego, no parece tan complicado. Pero no es tan sencillo como parece…

Nos fijamos en Dar es Salaam, capital de Tanzania, la tercera ciudad que más rápido crece en África, y que ya supera los 3 millones de habitantes; ante la gran presión demográfica y la falta de recursos, la expansión de muchos de barrios ha sido desordenada, sin redes de abastecimiento de agua ni alcantarillado bajo esas nuevas calles;  las personas que allí comienzan a vivir podrían comprar y poner un váter en su casa, pero lo más probable es que no les llegue el agua para llenar la cisterna, y aunque la llenen, la descarga no se irá a ninguna parte. Y si unimos a que en general, los inmigrantes que llegan a esos barrios informales no tienen muchos recursos, encontramos slums, o tugurios, donde miles de personas se hacinan, y solo hay unos cuantos baños comunes de pago que abren solo unas horas al día… ¿Qué haríamos en esta situación? Yo, al menos, creo que acabaría como unos 700 millones de personas en el mundo, con un orinal por la noche, y sufriendo por el día, esperando largas colas ante baños públicos asquerosos, o incluso usando una bolsa de plástico ante una urgencia o falta de dinero…

Y, ¿qué pasa en el medio rural? Seguro que muchos recuerdan, y todavía hay, casas de campo en las que hay una fosa séptica (un depósito propio para los desechos del baño). El váter es igual que el de la casa de la ciudad, y de vez en cuando tienen que venir a vaciarla. Ese momento del vaciado no es lo más agradable, pero bueno, lo hacen empresas profesionales y pasa solo de vez en cuando. Imaginemos ahora que en esa zona solo hay agua a dos kilómetros, de un pozo, que además se comparte con mucha otra gente. Entonces, ¿usaríamos agua para nuestro váter? ¿O cavaríamos un hoyo debajo del váter para que todo se fuera acumulando ahí sin más (una letrina)? ¿Y si ese hoyo se me colapsa un día por unas lluvias? ¿Sabría hacer otro? ¿Dónde? Y si no hay nadie para venir a vaciar la fosa séptica porque nuestra zona está mal comunicada, o no tenemos dinero para pagar el servicio ¿qué haríamos entonces? Yo creo que, como otros 1.800 millones de personas, acabaría, más temprano que tarde, defecando al aire libre.

Y en cualquiera de los casos, ciudadano urbano o rural, sería una persona más sufriendo esa humillación diaria; y por eso me dedico a intentar buscar soluciones a esta vergüenza; durante 7 años, como coordinador de Agua y Saneamiento de ONGAWA, y ahora, como investigador, con la colaboración de ONGAWA, Universidades y otras instituciones.

Porque hay soluciones: otras tecnologías (no en todos lados podremos usar un váter conectado a una red de alcantarillado), otros modelos de financiación (¿podría pagar mi váter a plazos si no me alcanza el dinero?), otras soluciones para los desechos que hagan más barata su recogida (¿cómo se pueden usar los residuos humanos en la agricultura o en la producción de energía de un modo seguro y rentable?), y por supuesto, mejores políticas públicas que prioricen lo más importante, la dignidad de las personas. Porque el saneamiento es un derecho, y es imprescindible para una vida digna y saludable.

Hay mucho por hacer, pero lo primero es que realmente tomemos consciencia del problema. Contamos contigo.

¿Cómo y por qué acabe metida en esto?

IMG_4553Marisa Garrido. Voluntaria del Área de Comunicación de ONGAWA.

Yo no voy a hablaros de los 2.500  millones de personas que no tienen acceso al saneamiento y de las consecuencias que eso produce en mortandad, dignidad, y todo lo demás que os han ido explicando en los días anteriores personas mucho más doctas que yo.

Yo voy a intentar explicaros por qué trabajo como voluntaria en ONGAWA, por qué vengo todas las semanas a cumplir mi compromiso, por qué me ilusiono cada vez que un proyecto se aprueba o por qué me entristezco cuando veo que poco a poco se están cargando la cooperación, la ayuda al desarrollo.

Cualquier persona normal que lea un periódico o escuche las noticias sabe que, en el mundo, no todos gozamos de los mismos privilegios ni tenemos acceso a las mismas comodidades, pero eso es algo que queda así como en abstracto, sin caras, sin nombres, sin explicaciones y termina tomándose como algo normal o relegándose al olvido.

Pero un día te encuentras entre un grupo de personas que, en lugar de seguir la carrera profesional de éxito que sus conocimientos y su valía les permitirían alcanzar, se dedican a luchar por un mundo más justo y solidario y sin que éstas sean sólo palabras huecas, sino que lo hacen a costa de un nivel de vida inferior al que podrían tener, con una dedicación “como si lo fueran a heredar”, con una profesionalidad digna de la empresa más exigente y ese día te preguntas en qué platanero has estado subida el resto de tu vida anterior, en qué has estado pensando hasta ahora y ves, claro como el agua, que si quieres dormir bien, si quieres estar en el mundo de los elegidos, tienes tú también que luchar por ese mundo más justo y solidario en todas sus versiones, riendo cuando hay motivos para reír y llorando cuando hay motivos para llorar.

Por eso estoy yo aquí, trabajando como voluntaria, porque quiero poder dormir bien por las noches. ¡He aprendido tanto en este tiempo!

Personas que colaboran en la recogida de rollos

 

Mar, Belén, María, Marta y muchos otros compañeros de su trabajo llevan participando en la recogida de cartones de papel higiénico desde hace varias semanas.

Gracias al personal de limpieza, sin cuya participación habría sido mucho más difícil hacerlo, han colocado cajas en los baños de su oficina, para dejar los rollos que se van acabando en la misma y los que van trayendo la gente de sus casas.

Sin duda, gracias a gente como ellas el 10 de diciembre en la Casa Encendida conseguiremos construir una montaña de rollos que visibilice las consecuencias de la falta de saneamiento en el mundo.

¡Muchas gracias!