Defecando al aire libre

2012-11-28 21.16.55-2Alejandro Jiménez. Voluntario del Área Sectorial de Agua de ONGAWA

A estas alturas del blog, creo que ya habréis leído algunas cifras escalofriantes sobre el número de personas sin acceso a saneamiento en el mundo. Yo lo pondré en simple:

2 de cada 5 personas en el mundo no tienen un lugar digno y seguro en el que ir al baño; ya sea porque no tienen, o porque tiene que caminar un rato hasta él y en ocasiones es peligroso, porque está tan asqueroso que no se puede usar, porque no asegura un mínimo de  privacidad, o porque tienen que pagar por cada uso, y no siempre tienen el dinero suficiente. Esto es un auténtico escándalo.  

Y ante ello, la pregunta inmediata es: ¿cómo es posible que esto pase? ¿Cómo es que toda esa gente no hace nada para remediarlo? En nuestro país, en todas las casas y lugares públicos hay, por lo menos, un baño. Desde luego, no parece tan complicado. Pero no es tan sencillo como parece…

Nos fijamos en Dar es Salaam, capital de Tanzania, la tercera ciudad que más rápido crece en África, y que ya supera los 3 millones de habitantes; ante la gran presión demográfica y la falta de recursos, la expansión de muchos de barrios ha sido desordenada, sin redes de abastecimiento de agua ni alcantarillado bajo esas nuevas calles;  las personas que allí comienzan a vivir podrían comprar y poner un váter en su casa, pero lo más probable es que no les llegue el agua para llenar la cisterna, y aunque la llenen, la descarga no se irá a ninguna parte. Y si unimos a que en general, los inmigrantes que llegan a esos barrios informales no tienen muchos recursos, encontramos slums, o tugurios, donde miles de personas se hacinan, y solo hay unos cuantos baños comunes de pago que abren solo unas horas al día… ¿Qué haríamos en esta situación? Yo, al menos, creo que acabaría como unos 700 millones de personas en el mundo, con un orinal por la noche, y sufriendo por el día, esperando largas colas ante baños públicos asquerosos, o incluso usando una bolsa de plástico ante una urgencia o falta de dinero…

Y, ¿qué pasa en el medio rural? Seguro que muchos recuerdan, y todavía hay, casas de campo en las que hay una fosa séptica (un depósito propio para los desechos del baño). El váter es igual que el de la casa de la ciudad, y de vez en cuando tienen que venir a vaciarla. Ese momento del vaciado no es lo más agradable, pero bueno, lo hacen empresas profesionales y pasa solo de vez en cuando. Imaginemos ahora que en esa zona solo hay agua a dos kilómetros, de un pozo, que además se comparte con mucha otra gente. Entonces, ¿usaríamos agua para nuestro váter? ¿O cavaríamos un hoyo debajo del váter para que todo se fuera acumulando ahí sin más (una letrina)? ¿Y si ese hoyo se me colapsa un día por unas lluvias? ¿Sabría hacer otro? ¿Dónde? Y si no hay nadie para venir a vaciar la fosa séptica porque nuestra zona está mal comunicada, o no tenemos dinero para pagar el servicio ¿qué haríamos entonces? Yo creo que, como otros 1.800 millones de personas, acabaría, más temprano que tarde, defecando al aire libre.

Y en cualquiera de los casos, ciudadano urbano o rural, sería una persona más sufriendo esa humillación diaria; y por eso me dedico a intentar buscar soluciones a esta vergüenza; durante 7 años, como coordinador de Agua y Saneamiento de ONGAWA, y ahora, como investigador, con la colaboración de ONGAWA, Universidades y otras instituciones.

Porque hay soluciones: otras tecnologías (no en todos lados podremos usar un váter conectado a una red de alcantarillado), otros modelos de financiación (¿podría pagar mi váter a plazos si no me alcanza el dinero?), otras soluciones para los desechos que hagan más barata su recogida (¿cómo se pueden usar los residuos humanos en la agricultura o en la producción de energía de un modo seguro y rentable?), y por supuesto, mejores políticas públicas que prioricen lo más importante, la dignidad de las personas. Porque el saneamiento es un derecho, y es imprescindible para una vida digna y saludable.

Hay mucho por hacer, pero lo primero es que realmente tomemos consciencia del problema. Contamos contigo.

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